El mantenimiento de edificios es fundamental para conservar su integridad estructural, funcionalidad y valor en el tiempo. A través de acciones preventivas y correctivas, se evitan daños mayores como filtraciones, corrosión o fallos estructurales.

Un mantenimiento adecuado mejora la eficiencia energética, garantiza la seguridad de los ocupantes y prolonga la vida útil del inmueble.